Cuando llevas mucho tiempo buscando el embarazo y no lo consigues, tiendes a buscar todo tipo de causas. A veces, el problema no tiene una base anatómica o fisiológica, si no que simplemente es causado por estrés. Diversos estudios afirman que sí existe relación entre el estrés y la fertilidad y, por este motivo, muchas personas que llegan a IREMA solicitando tratamientos de reproducción asistida, como fecundación in vitro u otros, terminan iniciando procesos bastante diferentes de lo que pensaban, ya que su problema es el alto nivel de estrés en la mujer.
El estrés puede llegar a reducir hasta en un 29 % las posibilidades de concebir en un año, y para llegar a dicha conclusión se han realizado exámenes en 401 parejas cuyas mujeres tenían edades entre 18 y 40 años de edad; aquellas en las que se encontró un alto nivel de la sustancia alfaminasa salivar, no podían concebir.
Además, el estrés influye en las hormonas que intervienen en el proceso de la ovulación, ya que activa la producción de adrenocorticotropina (ACH), lo que hace que la corteza suprarrenal produzca más cortisol. Cuando el estrés es crónico, puede afectar a la producción de ovocitos, pues la liberación de cortisol disminuye la respuesta de las gónadas y suprime la secreción de hormonas sexuales. En pocas palabras, el estrés altera el funcionamiento de las hormonas involucradas en nuestro ciclo menstrual y esto también puede tener efectos negativos en las mujeres sometidas a tratamientos de fecundación in vitro, ya que ven afectados sus niveles hormonales en momentos críticos del tratamiento.
El estrés puede ser bueno si se tiene en su justa medida, ya que nos ayuda estar alertas y preparadas para cualquier cambio, pero cuando es excesivo y se mantiene durante largos periodos de tiempo, reduce nuestras posibilidades de quedarnos embarazadas. Por ese motivo, te queremos dar algunos consejos para que lo mantengas a raya.
¿Cómo disminuir los niveles de estrés?
– No obsesionarte con el embarazo. Muchas mujeres, impulsadas por el deseo de tener un hijo, empiezan sin querer a obsesionarse con el embarazo. Esto termina siendo contraproducente, ya que las estresa emocionalmente.
– Practicar el gusto por las pequeñas cosas. Es importante aprender a agradecer las pequeñas cosas que nos ofrece la vida, mantener el enfoque en aquellas y evitar pensar en las negativas.
– Aprender a relajarte. Cada mujer debe conocerse bien y tener sus propios métodos para relajarse. Hay personas que se relajan bailando, cantando o con otras técnicas de expresión artística; otras, en cambio, prefieren hacer deporte. Encuentra tu propio método de relajación y aplícalo al menos tres veces a la semana.
– Tener actividad física. Especialmente si trabajas en una oficina, te recomendamos estar activa. Puedes dar largas caminatas a buen ritmo si no eres una gran deportista o ir a nadar a la piscina. La actividad física es lo mejor para luchar contra el estrés, con ella te sentirás como nueva.
– Tener un grupo de amigos afín. Contar con un grupo de personas que te entienda y te escuche es básico para evitar que el estrés se convierta en algo crónico. Mantén buenas amistades y apóyate en ellas cuando sientas que estás algo ansiosa o nerviosa.
– Buscar ayuda profesional si es necesario. Si no consigues relajarte por ti misma y ya lo intentaste todo, es posible que tengas necesidad de buscar ayuda profesional fuera.
– Recurrir a la meditación 20 minutos al día, dedicando tiempo a estar sola y tranquila en algún lugar relajado, donde puedas evadir tu mente de pensamientos negativos. Puedes usar algún audio de meditación guiada para ayudarte.
Esperamos que estos consejos te hayan sido de ayuda.